Simplemente estar ahí, presente, al lado de quien te necesita.
No es indispensable hablar, o hacer algo especial. Lo importante es comunicar al otro que uno está unido con la alegría, o la tristeza, que está viviendo el ser querido.
Lo que vale es respetar siempre el pedido, verbal o silencioso, latente o manifiesto de compañía o de soledad.
Acompañar es intuir la carencia del otro; es cuidar, proteger, sin molestar o dañar.
Es tarea de amigos, de amantes, de seres que se sostienen en la hermandad de los afectos.
Es un punto de contacto, más cerca de los sentimientos invisibles que de la mera proximidad física, ostensible.
-"y qué le digo?" Preguntó alguien, temeroso de sus propias emociones, ante el dolor de un conocido.
- "No diga nada, absolutamente nada", respondió la sensiblidad.
Lo que imorta es estar ahí en el momento justo. Tal vez no exista nada mejor que la elocuencia del silencio.
-" Callate por favor, quiero estar contigo", suplicó el poeta necesitado de compañía.
Enrique Mariscal . Cuentos para regalar a personas sensibles.
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