Transpiro como una condenada. El aire está tenso, pero ya sé que nada va a estallar.Qué puedo decirme? Este es el momento, estoy segura. En los días en que estuve alegre, siempre falseé, siempre creí en lo que no soy, la vida color de rosa, etc. En las noches en que me sentí tan mal como para llorar a gritos, no lloré a gritos, sino silenciosamente, tapada por la almohada. Pero ahí también uno exagera. No se puede ser lúcido con el pecho hinchado de congoja, o de desesperación. Mejor llamémosle desesperación. Sólo para mí, claro. Que los demás cuelguen sus etiquetas: hipocondría, neurastenia, luna. Yo he llegado a un pacto conmigo misma y por eso lo llamo desesperación. Este es el momento, estoy segura, porque no estoy alegre ni desesperada. Estoy, cómo decirlo, simplemente tranquila. No, ya me falseo. Estoy horriblemente tranquila. Así está mejor.
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Mario Benedetti
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